Envejecer activamente

RESCATE  DE  LA  CREATIVIDAD  PERSONAL  O  GRUPAL.

¡Cuando me jubile no voy a hacer nada! Una expresión repetida y practicada con reiteración.

El final de nuestro ciclo laboral no es igual a inactividad. Es cierto que hay un cambio radical en nuestros esquemas. Pasamos de ejercer una actividad “rentable económicamente”, a poder desarrollar otro tipo de actividades que tienen un carácter más vital y existencial.

La  realidad es que, en el actual esquema social, se presta poca atención y recursos a esta etapa de la vida. Se trabaja por un sistema de pensiones justo, y esto es bueno, pero dejamos de lado esta franja de edad en cuanto a planificación seria de un envejecimiento activo.

Al no depender de un horario laboral disponemos de más tiempo libre para planificar y desarrollar otro tipo de actividades y habilidades. Es un momento propicio para vivir en plenitud. 

Jubilarse no lleva consigo un “parón total”. Mantener una actitud positiva y activa  puede aportar un beneficio personal y social, no solamente en la salud, sino integral.

Desde este planteamiento nos movemos hacia espacios inexplorados.

Jubilados, pero  “no parados”. 

Es verdad que, a veces, resulta difícil encontrar espacios en los que desarrollar nuestras potencialidades. Bien por falta de medios, recursos, ofertas, en nuestro mundo rural, nos vemos avocados a vivir la monotonía de la inacción diaria. Podemos buscar pequeños refugios personales, bien en “el huerto” que siempre añoramos, o en una ayuda a la familia en tareas domésticas. 

Algunas poblaciones disponen de “hogar del jubilado” donde encontrarse y relacionarse, pero resulta difícil encontrar planificación de actividades grupales y creativas, más allá de la baraja o los juegos de mesa, o como mucho, bailes de salón, excursiones…

Las limitaciones físicas, propias de la edad, no necesariamente te exigen dejar de  crecer, de aprender, de disfrutar de una forma diferente, adaptada al momento. Es una ocasión propicia para saber discernir nuestro potencial. El largo camino recorrido en la vida encierra, en su experiencia, un gran cúmulo de posibilidades y habilidades. Es nuestro momento.

Y un apunte final. Hemos crecido y envejecido a la par con nuestro entorno. Ni uno ni otro somos material de desecho, sino elementos necesarios para un buen reciclaje, si queremos que nuestro planeta no se destruya. Muchos de los objetos que hemos usado son, perfectamente, reciclables y dignos de volver a ser revitalizados, quizá para un uso distinto, pero más vital e íntegro, desde la sabiduría interna, no desde la posición meramente laboral y economicista, o desde posiciones de antaño.  Es momento de sentir dónde puedes vibrar tú con más alegría.

Nos reciclamos en sintonía con el medio en que vivimos.

Jubilados SI, aislados NO. 

La jubilación nos proyecta, en demasiados casos, al aislamiento. Hemos dejado referentes que teníamos en nuestro ámbito laboral y social. Es un entorno nuevo donde descubrir nuevas relaciones sociales. Estamos ante la posibilidad de elegir nuestro camino, sin las limitaciones e imposiciones  de una perspectiva meramente productiva económicamente.

Demasiadas ofertas para el aislamiento. Televisión a la carta, viajes de solaz para que las cadenas hoteleras se mantengan a flote, fantasmas de inseguridad sobre nosotros…son muchos intereses intentado sacar el mayor rendimiento económico posible a cada jubilado/a.

Una lucha de nuestra más profundad identidad de seres en relación contra todo un conjunto que nos impele a vivir individualmente y aislados. 

Nuestra sociedad no puede permitirse el lujo de echar al cajón del olvido tanta experiencia y sabiduría acumulada de tanta gente jubilada.

Todavía puede este colectivo aportar muchos valores al desarrollo de nuestra sociedad.

Proyectos sencillos, en espacios comunes, pueden ayudarnos a mantener nuestra vida social activa y nuestra mente abierta a lo nuevo. 

Las limitaciones propias de la edad y el envejecimiento corporal, no pueden llevarnos a relacionarnos solamente con nuestro pastillero diario.

Jubilados y creativos. 

No hay límites para la imaginación. ¿ Quién no ha pensado que podría hacer, o le apetecería hacer algo ? Abrir nuestra mente para dejar fluir proyectos que creímos, en otro tiempo, imposibles de llevar a cabo, por las limitaciones del trabajo productivo, tienen ahora la posibilidad de convertirse en realidades. 

Cada persona llevamos dentro un ser creativo. Es cuestión de abrir las puertas y buscar los medios para que esa creatividad se desarrolle.

¿ Sólo jubilados ? 

La relación  personal e intergeneracional es una condición innata al ser humano. Es parte de nuestra existencia y nuestro desarrollo integral. Por ello nuestro proyecto está abierto a jubilados y no jubilados/as, que buscan el encuentro y el desarrollo de su creatividad. 

¿Quién ofrece el proyecto ? 

Artecor. Un grupo de personas que unen su experiencia, su trayectoria de vida, su formación académica, su pasión por el arte y la artesanía, pero, sobre todo, su visión de desarrollo integral en perfecta armonía con el planeta, compartiendo habilidades saludables que pueden emocionar a la persona.

Artecor es un proyecto nacido para la inclusión total. Nadie sobra en este espacio creativo. Todos somos capaces de aportar no sólo nuestras habilidades sino, sobre todo, nuestra energía vital y existencial. 

Artecor somos un grupo de personas apasionadas por el bienestar existencial, en perfecta armonía con el medio en el que vivimos. Vive feliz cada momento de tu vida. 

¿Qué piden a cambio ? 

Personas dispuestas a participar activamente en el desarrollo de los proyectos. Personas, de cualquier edad, que estén convencidas de que adentrarse en este mundo del arte, la artesanía y la creatividad no es una pérdida de tiempo, sino una ocasión de desarrollo personal y comunitario, de aprendizaje, de expresión y comunicación a través de tus manos, permitiéndote un espacio sin tiempos, sin exigencias y sin marcos establecidos.

Que seas un lienzo en blanco donde crear tus pequeñas obras de arte, objetos de valor, regalos con amor, artículos para tu primera necesidad, desde la cultura del aprovechamiento y medios de proximidad.  

Es una verdadera manera de contribuir a la conservación y mejora de nuestro planeta tierra.

Pero vamos a ser realistas. En la actual estructura socioeconómica en que nos movemos nada es gratis, ni nos llueve sin saber de dónde viene. Necesitamos, al menos, cubrir los gastos más elementales que nuestra realidad nos impone. Cuestan dineros la energía, los desplazamientos, los materiales, los servicios de aguas, basuras…etc.

Pero compartidos se hacen más llevaderos. 

¿Dónde estamos? 

Allí donde hombres y mujeres estén dispuestos a compartir y desarrollar esta visión vital y global de nuestra existencia con nosotros. 

Nuestro punto de anclaje y apoyo está ubicado en un pequeño pueblo de Los Monegros, en Alberuela de Tubo. Allí contamos con maquinarias y herramientas para el desarrollo de trabajos de cierta complejidad, en un ambiente cálido y humano, donde sentirse acogido y querido, sin prisas, sin agobios y sin limitaciones a la creatividad.

Pero, aunque contamos con este apoyo importante, estamos abiertos a ubicarnos en cualquier otro espacio y lugar que facilite el desarrollo de  nuestro proyecto, con vuestra participación activa.